El verdadero amor de Gil: la comida
Con su cuerpo de oso de peluche, despreocupado, con su ojo de águila o con lo que sea que esté comiendo en ese momento ¡No podemos dejar de amar a Gil! Y es que no hay nada que nuestro cuerpo enviciado ame más que a la comida deliciosa. Eso hace que en los días festivos Gil disfrute como si fuera San Valentín. Así que hoy le dedicamos el espacio a Gil y a su hermosa historia de amor con la comida.
El amor está en el aire
Las personas buscan a esa persona especial durante toda la vida, aquella que da cosquillitas en el estómago y que nos ilumina el rostro. Por como Gil es con la comida, está fuera del mercado.

Vestirse para querer
Gil sabe que tiene que hacer espacio para el amor en su vida, es por eso que ha usado pantalones de embarazo para cuando va a comer a un buffet. Es como una señal de respeto si piensas en eso… sin esforzarte tanto

La cara del amor
La distancia hace que el amor crezca más fuerte cada día y Gil no deja de soñar despierto con su próximo encuentro culinario

Caballerosidad de la etapa romántica
La caballerosidad es primero, y si lo entendemos desde la perspectiva de Gil cargar las bolsas de comida es como cargar a una damisela en peligro… de que se la coma otro que no sea él.

Amor prohibido
No todos comparten el amor que tiene Gil con la comida, ni menos su adicción por el queso y las galletas. Cuando alguien le dice “no me gustan los tacos” su cara de decepción no se puede ocultar...

Despechos y celos
El amor es como la guerra, a veces se gana y a veces se pierde. En el caso de Gil, el despecho es la manera de superar las derrotas… al menos cuando se comen sus galleticas con queso.

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